Fragilidad

Dra Yadira Bardales - Geriatra

Fragilidad en el adulto mayor

El síndrome de fragilidad en el adulto mayor es un síndrome geriátrico caracterizado por la disminución de la reserva funcional y de la capacidad para responder adecuadamente a situaciones de estrés fisiológico. Esta condición aumenta la vulnerabilidad a eventos adversos como caídas, hospitalizaciones, discapacidad, deterioro cognitivo, institucionalización e incluso muerte.

¿Cuáles son las causas de fragilidad en el adulto mayor?

  1. Cambios fisiológicos asociados al envejecimiento:
    • Disminución de la masa muscular y ósea (sarcopenia).
    • Disfunción inmunológica con estado proinflamatorio.
    • Desregulación neuroendocrina.
    • Estrés oxidativo y daño celular acumulado.
  2. Factores no modificables:
    • Edad avanzada, especialmente sobre los 70 años.
    • Sexo femenino, especialmente después de la menopausia.
    • Historia familiar y genética que predisponen a fragilidad.
  3. Factores modificables:
    • Sedentarismo y falta de actividad física.
    • Mala nutrición o dieta pobre en nutrientes esenciales.
    • Enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, cáncer, artritis, EPOC, entre otras.
    • Polifarmacia (uso de múltiples medicamentos) que puede causar efectos secundarios.
    • Depresión, aislamiento social y deterioro cognitivo.

¿Cuáles son los síntomas de la fragilidad?

Los principales síntomas incluyen:

  • Pérdida no intencional de peso (más de 4,5 kg o 5% del peso corporal en un año).
  • Fatiga o agotamiento generalizado y frecuente.
  • Debilidad muscular, especialmente disminución de la fuerza de presión medible con dinamómetro.
  • Lentitud en la marcha o movimiento.
  • Bajo nivel de actividad física.
  • Otros síntomas que se pueden asociar: Deterioro cognitivo, disminución en las actividades de la vida diaria, depresión, déficit visual y auditivo, incontinencia urinaria, desnutrición y dependencia funcional.

¿Cuáles son las consecuencias de la fragilidad?

Las consecuencias de la fragilidad incluyen:

  • Movilidad reducida y debilidad muscular, que afectan la capacidad para realizar actividades diarias.
  • Mayor riesgo de caídas y fracturas, lo que trae complicaciones físicas y disminución de la calidad de vida.
  • Fatiga rápida y agotación incluso con actividades simples.
  • Aumento de la dependencia para la realización de actividades cotidianas.
  • Disminución de la función cognitiva en algunos casos, afectando la memoria y la atención.
  • Riesgo aumentado de hospitalización, institucionalización y mortalidad.
  • Progresión hacia la discapacidad y pérdida de autonomía.
  • Impacto negativo en la salud percibida y calidad de vida.
  • Aumento en gastos sanitarios debido a la mayor necesidad de cuidados y tratamiento.

¿Cuándo debería consultar a un geriatra?

Consulta a un geriatra si la persona mayor presenta:

  • Pérdida de peso no intencionada, superior a 4,5kg o al 5% en el último año.
  • Debilidad muscular, con dificultad para actividades cotidianas.
  • Fatiga constante, que limita las tareas diarias.
  • Lentitud al caminar, con pasos cortos o inestables.
  • Inactividad física sostenida, con menos participación en actividades.
  • Mayor susceptibilidad a enfermedades o caídas.

La identificación temprana y la intervención multidisciplinaria son cruciales para prevenir la progresión de la fragilidad y mejorar la calidad de vida en el adulto mayor.

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