Cuidados paliativos y otros síndromes

Incontinencia urinaria

Incontinencia urinaria en el adulto mayor
La incontinencia urinaria en el adulto mayor es la pérdida involuntaria de orina que provoca molestias y afecta la calidad de vida. No es una consecuencia inevitable del envejecimiento, sino un problema con causas multifactoriales que pueden involucrar el aparato urinario, nervioso, genital y locomotor.
¿Cuáles son las causas de incontinencia urinaria en el adulto mayor?
Entre las principales causas se encuentran:
- Cambios fisiológicos relacionados con la edad:
- Disminución de la capacidad de la vejiga.
- Reducción en la capacidad de inhibir la micción.
- Mayor frecuencia de contracciones involuntarias del músculo detrusor.
- Deterioro en la contractilidad vesical.
- Aumento del volumen residual de orina después de la micción.
- Debilitamiento de la fascia endopélvica.
- En mujeres posmenopáusicas:
- Disminución de estrógenos producen uretritis y vaginitis atróficas.
- Disminución de la resistencia, longitud y presión de cierre de la uretra.
- En hombres: Aumento del tamaño de la próstata que obstruye parcialmente la uretra y causa vaciamiento vesical incompleto y distensión del detrusor.
- Otras causas:
- Infecciones urinarias sintomáticas.
- Uso de ciertos medicamentos (diuréticos, sedantes, anticolinérgicos, bloqueadores de canales de calcio, entre otros).
- Problemas psiquiátricos como depresión.
- Exceso en la producción de orina (poliuria) causada por enfermedades como diabetes.
- Movilidad restringida.
- Estreñimiento.
¿Cuáles son los síntomas de la incontinencia urinaria en el adulto mayor?
Los síntomas pueden ser variados según el origen:
- Pérdidas frecuentes de orina.
- Sensación de intensa necesidad de orinar, seguida de pérdida involuntaria de orina (incontinencia por urgencia).
- Pérdida de orina al ejercer presión sobre la vejiga al toser, estornudar, reír, hacer ejercicio o levantar peso (incontinencia de esfuerzo).
- Goteo frecuente o constante de orina debido a que la vejiga no está completamente vacía (incontinencia por rebosamiento).
- Dificultad para llegar al baño a tiempo debido a limitaciones físicas o mentales (incontinencia funcional).
- Orinarse en la cama durante la noche.
- Pérdida de orina durante actividades cotidianas o relaciones sexuales.
- En algunos casos, debilidad del chorro urinario, interrupción y dificultad para iniciar la micción.
- Frecuencia urinaria aumentada y nicturia (necesidad de orinar varias veces durante la noche).
¿Cuáles son las consecuencias de la incontinencia urinaria en el adulto mayor?
Las consecuencias de la incontinencia urinaria en el adulto mayor son variadas:
- Consecuencias físicas: como dermatitis urinaria, piodermatitis o úlceras por presión, debido al contacto prolongado con la orina.
- Infecciones recurrentes de las vías urinarias.
- Mayor riesgo de caídas y fracturas, especialmente en la incontinencia nocturna.
- Deterioro funcional como debilidad de los músculos del suelo pélvico y de la vejiga.
- Consecuencias psíquicas y emocionales:
- Baja autoestima, ansiedad y depresión.
- Estrés y preocupación
- Aislamiento social y miedo a salir de casa.
- Disminución de la participación en actividades sociales y de ocio.
- Consecuencias sociales y económicas:
- Dependencia de terceros para cuidados personales.
- Mayor necesidad de apoyo y cuidados familiares o profesionales.
- Incremento de costos por manejo de la incontinencia.
- Riesgo mayor de institucionalización en hogares de ancianos.
¿Cuando debería consultar con un especialista?
Consulta a un especialista si observas:
- Pérdidas de orina frecuentes, al toser, reír o hacer esfuerzos físicos.
- Urgencia urinaria incontrolable, con incapacidad para llegar al baño a tiempo.
- Goteo continuo, incluso después de haber orinado.
- Irritación o infecciones urinarias recurrentes, asociadas a la incontinencia.
- Impacto en la vida social o emocional, como vergüenza o aislamiento.
- Aumento en la frecuencia de micción nocturna, que interfiere con el sueño.
La incontinencia urinaria en el adulto mayor no solo deteriora la calidad de vida física, sino que también afecta la salud mental, la autonomía y las relaciones sociales, creando un impacto negativo amplio en su bienestar general. Detectar y tratar esta condición tempranamente es fundamental para preservar la calidad de vida y promover un envejecimiento saludable.